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lunes, 16 de septiembre de 2013


 
Por: Fernano Quiroz
 
 
¿Seguro que no le queda tiempo?
 

 
Si a usted le parece que leer es aburrido, no lea. Tiene todo el derecho a no hacerlo. Pero, por favor, cuando le pregunten cuál fue el último libro que leyó, cuánto tiempo le dedica a la lectura o quién es su autor predilecto, responda con sinceridad. La nueva constitución no contempla  ningún tipo de castigo para aquellos que se pasan su vida sin tomar un libro en sus manos.
Conteste sin temor: “No leo porque me resulta aburrido. Prefiero ver televisión, jugar cartas, ir a cine o escuchar música”.

Ahora bien, si ese tipo de pregunta lo incomodan, lo hacen sentir mal, y usted recurre a las disculpas –luego de ponerse rojo-, piense si esto se debe a  que en realdad, muy en el fondo, a usted le gustaría leer, le parece “importante” leer, pero aún no ha adquirido el hábito.
Eso tiene remedio, aunque usted está partiendo de un error. Más que importante, leer es “interesante”. Tan interesante como ver televisión (y con muchos canales para escoger).

Pero si insiste en mentir, he aquí una disculpa que a pesar de lo trillada se puede ajustar a su caso, cualquiera que este sea. Sencillamente diga: “Me gustaría leer, pero o me queda tiempo”.
Con seguridad le queda tiempo para leer, sin necesidad de que abandone sus aficiones predilectas. ¿O alguien dijo, acaso, que si uno decide leer tiene que vender el televisor, quemar el naipe, no volver a cine o desconectar el aparato de sonido?

Tampoco es cierto (aunque eso dijeran ciertos maestros del colegio) que hay que leer al menos dos horas al día, y preferiblemente en el escritorio.
Falso: si sólo tiene 10 minutos al día para leer, vale. Y si prefiere leer en la tina, no se levante de ahí.  Sobre todo si le gusta leer enjabonado.
Ahora bien, ¿qué tal un repaso de su agenda? ¿Quedará aún un espacio por conquistar? Además de repasar 10 veces el menú, y revisar de arriba abajo a la gente que entra, ¿qué hace en aquel restaurante mientras le sirven el almuerzo? Buena opción para descubrir qué pasó con el protagonista de la novela que lo tiene tan entretenido.

Y en las noches, cuando termina su programa favorito en la televisión, ¿Qué hace mientras el sueño lo domina? No se pierda el desenlace de esa historia que lo cautiva.
¿Dijo usted que el problema era de tiempo? Con seguridad luego de repasar mentalmente la agenda, ya ni usted mismo se cree el cuento.
Sólo resta hacer una advertencia: la lectura puede generar adicción. Pero no hay ningún tipo de contraindicaciones.


Tomado de: Riveros, Jaime; Tovar, Álvaro; Hernández, Myriam. Lengua viva. Bogotá, Colombia: Libros y Libres S.A, 1994. Págs. 146-147.
Video Tomado de: https://www.youtube.com/watch?v=olgsLjssvlQ

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